Por algo de comer tras el paseo.

Me rei ante el comentario de Satoshi.

-Suelo venir aqui de vez en cuando... ¡Los helados que sirven están buenísimos! - le dije con ilusión.

Después subi las escaleras siguiendo a Satoshi, y cuando entramos pudimos comprobar que estaba bastante lleno.

-Vaya, parece que no hemos sido los únicos que hemos tenido la idea.

Divisé una mesa vacía cerca de la ventana y corrí hacia ella. Ahora solo faltaría que nos la quitasen en nuestras narices. Dejé en una silla mi abrigo y le hice a Satoshi un gesto con la mano para que viniese a la mesa.

-A mí me da igual. Si te agobia que haya tanta gente aquí dentro podemos ir a otro sitio a dar una vuelta - le respondí con sinceridad.

Puede ser que esté incómodo rodeado de tal masa humana, al fin y al cabo. Era comprensible.

Aunque pueda parecer de locos, tardamos bastante en poder llegar a la mesa que habíamos visto libre de nuevo. Me atrevería a decir que era el día que más lleno había visto el Angel Mort. Cuando llegamos, me alegró ver que mi abrigo seguía intacto en la silla donde lo había dejado.

-¿Qué quieres tomar? - le pregunté a Satoshi mientras tomaba asiento - yo creo que pediré... un batido de vainilla... ¡Sí! Eso mismo.